Palencia

  • 4 de octubre de 2024

CRÓNICA DE UN VIAJE: ASTROLABIO EN PALENCIA
(4 al 7 de octubre de 2024)
Los días 4, 5, 6 y 7 de 2024 la asociación Astrolabio Románico realizó un viaje a Palencia, fue una experiencia muy interesante. A continuación se relata y se detallan los lugares que se visitamos, de los cuales se guardamos un grato recuerdo.
. Sta Cecilia de Vallespinoso
. Sta Eufemia de Cozuelos
. S Martín de Frómista

Había expectación e la Junta de Astrolabio cuando planteamos este viaje porque no sabíamos qué acogida podría tener entre los socios. No nos gustaba la idea de tener que abrir la convocatoria a otras personas no socias, desconocidas o no habituales… La propuesta de viaje que hacíamos conllevaba ampliar la estancia de dos a tres noches, con lo que esto conlleva para muchos de complicación familiar y laboral, de un coste económico mayor y, por otra parte, Palencia es un destino relativamente próximo a Navarra y por ello quizá conocido para muchos. Sin embargo, la respuesta de los socios fue extraordinaria, y sin llegar a las 36 horas desde que enviamos la convocatoria, el autobús ya estaba completo. Como ya llevamos haciendo en los últimos años, los dos criterios que aplicamos fueron que cada persona socia podía llevar un acompañante y solo uno, que no fuera socio, y que los socios siempre pagan menos, ya que son quienes sostienen la asociación todo el año. Visto el éxito de la convocatoria, había buenas expectativas de viaje.

Salimos de la estación de autobuses con puntualidad británica y, tras hacer una pausa en Pancorbo, llegamos al primer destino programado: Santa María de Mave. ¡Cerrado! La primera en la frente. Por lo visto, la guía de la empresa que realiza las visitas en la región no podía acudir por razones personales, no les había avisado, y allí estábamos, cuidando el autobús. Las gestiones de Isabel Beitia con la empresa fueron eficaces y nos desviamos hacia Olleros de Pisuerga. Lástima que la deficiente señalización nos obligara a hacer algunos kilómetros de más.
La iglesia rupestre de Olleros de Pisuerga es, cuando menos, impactante. Excavada en piedra, respeta el canon arquitectónico románico con arcos y bóvedas de medio punto, cada pilar termina en su capitel… Vimos el eremitorio inicial, que tendría en el entorno su prolongación, ya que había otras cavidades. Es curioso que todavía tenga culto. A la salida, algunos nos detuvimos a comprobar que Olleros es un pueblo castellano típico, muy rural, con su fuente y su ropa tendida, que daba cuenta de que allí vive gente, aunque no vimos a nadie.
Desde Olleros debimos regresar al primer destino fallido, pero esta vez para comer. Lo que fuera un monasterio femenino es ahora un hotelito muy coqueto, un edificio precioso, de piedra con sus yedras, jardines, estanque… Nos llamó mucho la atención su magnífica bodega y el comedor, muy modernos. Se ve que cuidan todos los detalles. Era el primer encuentro a la mesa entre los viajeros, así que lo aprovechamos para saludarnos con efusividad, ayudada sin duda por lo ricos que estaban la comida y el estupendo vino que nos sacaron.
Por la tarde visitamos la portada de Moarves de Ojeda. Allí nos esperaba Ana Ulargui, nuestra guía favorita. Llama la atención el inusual color rojizo de la piedra arenisca, un efecto que se consigue mediante tratamiento en agua con pigmentos y que da un aire vivo y algo extraño al conjunto. En lo más alto, sobre la puerta, el friso del apostolado en el que destaca en el centro la figura solemne y poderosa de Dios custodiada por los símbolos de los evangelistas. Comienza el festival fotográfico en la búsqueda del detalle. Aunque el friso superior se ha mantenido bastante bien, los capiteles de la portada no han tenido esa suerte y lamentamos no poder apreciar mejor las sugerentes posturas de las bailarinas acompañadas por músicos.

Desde allí nos desplazamos al convento femenino de San Andrés de Arroyo. Allí se conservaba un Beato precioso que hace unas décadas las monjas tuvieron que vender para subsistir. Por otra parte, la tecnología aplicada a la guía turística es, a veces, aburrida: altavoces y texto plano. Por la cantidad de edificios anexos que todavía conserva, podemos deducir que el conjunto conventual tuvo que ser extraordinario y tendría una influencia importa en la región. De hecho, la abadesa de este monasterio era quien ejercía la justicia en la zona, como lo prueba el “rollo” o columna patibularia que hay en el patio. El claustro tiene una escultura delicada, finísima, con capiteles dobles pero pequeños sobre columnas pareadas muy delgadas, con algunos motivos vegetales que, según pudimos comprobar más adelante, se extendieron por la región. Conserva una sala capitular muy amplia y una iglesia con una cabecera espectacular. Probablemente es de los edificios más hermosos que hemos visitado en este viaje. Algunos viajeros pudieron comprobar que su repostería es también delicada.

Y vuelta a Mave. Ahora nos esperaba un guía de la empresa que nos había fallado, amable, dinámico y bien informado, aunque no fuera la iglesia que habitualmente enseña. La iglesia del monasterio de Santa María de Mave es de románico algo tardío, pero muy clásica, con tres naves de buena altura que acaban en sus correspondientes ábsides, y se corona con una preciosa cúpula sobre trompas. La escultura interior es muy esquemática. Un edificio muy interesante con un aire interior precioso.

Llegamos al hotel de Aguilar de Campoo, dignísimo, nos instalamos y salimos a conocer la plaza porticada, las puertas de la muralla medieval, el castillo iluminado en lo más alto, el río que alimenta el canal de Castilla, los palacios con sus escudos… todo lo que le da a Aguilar ese punto castellano medieval de gran riqueza histórica. Esta vez no olía a galleta fontaneda, pero es claro que la región vive del cereal. Después de una cena de gusto discutible (hubo quien no consiguió introducir la cuchara en la sopa castellana) un paseo y a descansar.

Respetando escrupulosamente los turnos del desayuno, salimos para la colegiata de Santa María, sede de la Fundación que lleva su nombre. El románico español le debe bastante a esta fundación capitaneada por el arquitecto Peridis, que se empeñó en restaurar el edificio, darle uso educativo y social, y extender el valor del románico con sus cursos y su exposición mediática. Desgraciadamente para el visitante, la mayor parte de los capiteles del claustro se encuentran en el Museo Arqueológico Nacional. Un video algo manido ya nos recibe, pero las explicaciones interesantes de Cristina Párbole, de la Fundación, satisfacen nuestra curiosidad. Por cierto, Cristina nos asesoró a la hora de planificar el itinerario del viaje. Agradecidos, pues.

Bajo el impresionante castillo de Aguilar se encuentra el siguiente destino: la iglesia de Santa Cecilia. De piedra blanquísima, y bien restaurada, con una nave muy amplia y bóvedas de madera, nos enseña una bonita colección de capiteles vegetales e historiados de gran nivel escultórico. El tema de la matanza de los inocentes aparece aquí, y se nos hace familiar a quienes estuvimos el año pasado en Soria. La iglesia es todo proporción, con un ábside profundo y bien adornado. Iglesia muy elegante.

Tras comer en el mismo Aguilar, ahora sí muy correctamente, salimos para visitar dos iglesias del entorno: Santa Cecilia de Vallespinoso, y Santa Eufemia de Cozuelos. La primera nos sorprendió mucho. Plantada en un alto rocoso, parece que se mimetiza con él. Es una iglesia de una sola nave con un ábside elevado por la orografía, al que se accede subiendo seis escalones. El ábside está articulado en tres alturas, con tres ventanas. Es un conjunto muy elegante y proporcionado, en el que destaca de nuevo la calidad escultórica. Realmente estamos disfrutando de unos capiteles magníficos en este viaje. Y en este caso, reconocemos con facilidad la influencia de San Andrés de Arroyo. Por si fuera poco, descubrimos que tiene una acústica formidable, ya que nuestra compañera Milagros se arrancó a cantar contra el ábside con su voz de soprano. La piel de gallina.

Santa Eufemia de Cozuelos se encuentra en un paraje llano y abierto, y es propiedad particular de una familia que lo cuida, lo explota, y también lo enseña. Una pena, esto último. Existen dependencias medievales ahora reconvertidas en hotel rural. El entorno es muy agradable, tiene un cementerio con tumbas antropomórficas, y el exterior de la cabecera es un espacio hermoso con canecillos interesantes. Hubo quien ahí volvió a cantar, pero ahora en grupo y temas más frívolos. La iglesia tiene una nave con gran transepto en el que se abren tres ábsides. Una gran cúpula, y ya llevamos dos, se levanta en él. Existen dos pequeños pasos laterales para acceder desde el transepto a la nave que despertaron nuestra curiosidad. La escultura vuelve a ser magnífica y nos anunciará lo que mañana veremos en Frómista. Junto a la nave del evangelio hay un pequeño museo con capiteles muy interesantes.

Volvemos al refugio de Aguilar: paseo, picoteo con amigos… Otro día ha pasado y el tiempo nos ha respetado.
Amanecimos y, como chicos obedientes, volvimos a bajar a desayunar de forma ordenada en nuestros turnos, pero, en cuanto montamos en el autobús en dirección a Frómista, el cielo se puso tontorrón, seguramente de tanto mirarlo, como los niños caprichosos.

San Martín de Frómista es espectacular. Algunos expertos opinan que está tan retocada que no es auténtica, que no puede presentarse como un modelo del arte románico, y así lo comentó el guía de la catedral de Palencia, pero a lo mejor solo exagera las virtudes románicas de la búsqueda de la simetría, y de que nada falte o sobre de su lugar. Ana Ulargui nos dijo que solo una quinta parte de los capiteles han sido renovados. ¿Es mucho? ¿Demasiado? En el interior exponen una maqueta que representa el estado del edificio hace un siglo. Resulta encantadora, ensoñadora, con todos esos edificios adosados, las escaleras exteriores pero nos gusta porque nos sugiere que dentro de todo ese amasijo se encontraba esta joya que se ha intentado salvar como la esencia del edificio, su alma que, quizá, nos resulta algo insultante por demasiado perfecta. Nos preguntamos cómo se habría restaurado ahora, seguramente con otros criterios, pero es lo que ahora hay, y es mucho como para pasarlo por alto.

Parece que fue mandado construir hacia 1066 por Doña Mayor, viuda del rey navarro Sancho III el Mayor, que habría continuado con el encargo de extender Cluny ahora por Castilla. En 1118 pasó a depender de San Zoilo de Carrión. Su arquitectura sigue el canon más clásico del románico pleno: tres naves con sus ábsides, cúpula sobre trompas, ¡la tercera que vemos en el viaje!, bóveda de medio punto, proporciones perfectas, amplitud, altura, luz suficiente… y un mensaje “salvífico” y de concordia, en el que los frailes cluniacenses se ofrecen como mediadores para una nueva justicia. Los expertos han encontrado referencias clásicas en el capitel ahora ya conocido como de la orestíada, en el lado del evangelio del arco de triunfo, capitel que tuvo ser rehecho pues alguien lo destruyó después de desmontado, cuando todavía estaba bien. Se conserva una imagen original, y a la víctima de la escena (¿Abel?) el “nuevo” escultor le ha puesto unos genitales que no le correspondían. En cualquier caso, grandísimos capiteles, de composición muy compleja, hechos por escultores y promotores muy sabios que pretendieron difundir el discurso de Cluny.

No muy lejos está nuestro siguiente destino, la iglesia de Santa María la Blanca de Villalcázar de Sirga. Lugar de templarios, se levanta imponente en lo más alto del pueblo. No sabemos qué le dirían los templarios al dueño del bar de enfrente que vigila y limita el acceso al baño al peregrino que no consume como es debido. Son nuevos tiempos. Tras un pórtico precioso, algo rehecho, se abre la iglesia monumental, reconocida por sus tres sepulcros góticos y por la imagen de la virgen milagrera de las Cantigas de Alfonso X. Nos maravilla también el retablo hispano flamenco de la capilla principal, muy expresivo.

Las ruinas romanas de La Olmeda son magníficas y muy amplias. Parece mentira que se trate de un solo edificio familiar, un palacio de un político importante, por el número y tamaño de sus estancias. Hay grandes salas con sus mosaicos bien conservados, baños calientes y fríos, zona pública, privada, almacenes… Las ruinas se conservan en buen estado, relativo, como es natural. El guía fue muy amable, pero hay que tener cuidado con la rejilla del suelo, que resbala.

Llovía ya sin consuelo y fuimos a comer a Saldaña a un típico asador castellano. Ambientación de humo de brasa y ladrillo rojo, y comida y bebida eficaz: alubias, cordero, buen tinto… todo muy rico.
Por la tarde nos desplazamos hasta Carrión de los Condes para visitar San Zoilo, un monasterio muy importante en la región, pero que conserva muy pocos elementos románicos: una gran portada y un pequeño museo. Teníamos acordada una visita guiada, pero nos falló. Parece que la alianza escultórica Jaca-Palencia siguió funcionando, y podríamos fácilmente situar los motivos que encontramos en la localidad oscense. Nos detuvimos en la puerta de acceso a la galilea, ya desaparecida, y deambulamos por el claustro, sacristía… protegidos del agua, esperando que escampara para poder ir a Carrión de los Condes, donde teníamos intención de visitar dos portadas. Pero será en otra ocasión.
Subimos al autobús y nos fuimos a Palencia capital, que a unos les pareció una ciudad muy animada y a otros un poco triste, como de tarde lluviosa de domingo.

Por la mañana, después de comprar paraguas, visitamos la iglesia de San Miguel. Una iglesia muy interesante, ya de románico muy tardío en su planteamiento inicial, los arranques, pilares y capiteles, pero en el resto, de gótico declarado. Lo es su torre, también el ábside poligonal y las bóvedas y ventanas. Como digo, una iglesia muy interesante. Nos detuvimos en las pinturas murales dedicadas a San Jerónimo, patrón de los traductores.
La visita a la catedral de Palencia era obligada. Tuvimos un guía muy agradable e instruido que nos paseó por todos los espacios habidos y por haber: claustro, coros y trascoros, girola, capillas y trascapillas… Se trata de una catedral gótica monumental a la que se le han añadido obras procedentes de distintas donaciones y épocas, a cuál más señorial. La verdad es que monumental es el mejor calificativo que encuentro para describirla. Es todo un museo de la historia del arte religioso. Tiene dos cruceros, y el más amplio se ha debido habilitar para realizar actos con los fieles, ya que en sentido longitudinal es imposible. La capilla principal tiene un retablo en el que uno puede perderse. La capilla del Sagrario es impactante y en ella encontramos la tumba de doña Urraca, esposa de Sancho Ramírez, rey de Pamplona y Aragón. Casi a los pies encontramos la cripta de San Antolín, lo que se supone que fue la primera catedral de la ciudad. Consta de una capilla visigoda a la que se le añadieron delante cuatro tramos románicos, obra de Sancho el Mayor de Navarra.

Y para terminar, ya de vuelta a casa, nos detuvimos a visitar la Cartuja de Miraflores, templo de la familia de la reina Isabel la Católica. Tanto el retablo principal como la tumba de los reyes Juan II e Isabel de Portugal son obra de Gil de Siloé. De finales del siglo XV, destaca sobre todo la composición del retablo que Ana Ulargui nos tuvo que ir descomponiendo y descifrando para poder entender algo. Gracias, Ana, todo un lujo de guía. Aquí le despedimos.

Y seguimos ya camino de casa, que se sale a gusto, pero se vuelve contento también, con ganas. Gracias a todos los compañeros de viaje por su colaboración, ¡grandes compañeros!, como para ir a cualquier sitio con ellos, y a todos los que han participado en la organización y gestión del viaje, especialmente a Isabel, Inés y Teresa.
El año que viene, más. ¿Cataluña? ¿Borgoña? ¿Galicia?