Formamos un equipo cohesionado, participativo e interdisciplinar, lo que nos permite abordar la situación del arte románico desde distintos puntos de vista, conocimientos y experiencias, que compartimos para aumentar nuestra comprensión del bien románico, disfrutar con él, y desarrollar los proyectos que nos parecen interesantes.
Con nuestras iniciativas y nuestro trabajo, pretendemos que el patrimonio románico de Navarra tenga una gestión comprometida y responsable que redunde en el desarrollo sostenible del territorio en que se encuentra. Especial atención nos merece el románico rural por su gran interés artístico y sus características peculiares.
Para ello, colaboramos con las entidades administrativas, culturales y turísticas territoriales.
¿Por qué Astrolabio?
El que acceda a este portal de internet puede que se pregunte qué tiene
que ver el románico con el astrolabio. Ambos (piedra y metal) se unen en el nombre de esta asociación dedicada a la recuperación del legado románico en Navarra y no se unen sin motivo. La presencia del astrolabio en la península ibérica (textos latinos del siglo X en el Monasterio de Ripoll, astrolabios en al-Andalus al menos desde el siglo IX y en territorios cristianos más tarde) coincide con la aparición de las primeras construcciones románicas en tierras catalanas (siglo XI). El astrolabio tiene una historia larga de siglos en el occidente cristiano (hasta los siglos XVI-XVII) y en el oriente y el occidente musulmán (hasta el siglo XIX) y es instrumental para la comprensión de la astronomía medieval y para la navegación en alta mar que hizo posible el descubrimiento de América y los largos viajes comerciales del Renacimiento (en su versión marina y junto a otros instrumentos). El románico español tuvo una vida intensa pero corta (alrededor de dos siglos) pues la nueva sensibi I idad y espiritualidad que introdujo el gótico hizo que sus formas de expresión se considerasen obsoletas. Sin embargo, tanto astrolabios como templos románicos son la expresión viva y cabal de una comprensión del mundo que fue característica de toda la edad media en general y que ahora nos resulta remota y, por lo mismo, fascinante.
El astrolabio era un objeto circular de metal de unos 20-30 cms. que se podía sostener sin dificultad en la palma de la mano; a veces un poco mayor, y entonces más costoso aunque también más preciso como instrumento de cálculo (astronómico, astrológico y topográfico).
El conjunto de láminas de metal (latón o cobre) que lo constituían estaban inscritas con diversos círculos y divisiones capaces de reproducir las posiciones celestes para un lugar determinado en un momento determinado. El astrolabio en su versión más antigua reproducía la proyección de la esfera celeste (la trayectoria del sol y las posiciones de las estrellas) desde uno de los dos polos de la Tierra sobre el plano del ecuador y para una latitud determinada. Ciertos aspectos muy básicos de esta proyección no están muy alejados de la proyección del cielo en la tierra que constituye el espacio exterior e interior de una iglesia románica. El románico recreaba y simbolizaba en piedra la Jerusalén celeste, el mundo divino, un espacio delimitado y seguro en el que el hombre medieval participaba de la estructura y los ritmos celestes. El mensaje -siempre hay un mensaje en los artefactos medievales- sólo podía ser uno: la tierra y cuanto en ella hay y acontece es sólo un espejo del cielo, pues todo es y acontece según el designio divino.
En la península ibérica que fue escenario del levantamiento de estos monumentos también era posible ver (a veces, sin desplazarse de un mismo lugar) mezquitas y sinagogas, espacios igualmente simbólicos (el mihrab de la mezquita orientado a la Meca o el armario de la Torá en la sinagoga orientado a Jerusalén) en que otros hombres también creyentes rezaban a Alá o a Adonai y meditaban en Su creación. Estas tres culturas del suelo ibérico se interesaron por el astrolabio, lo usaron y escribieron acerca de él. Para el cristiano, judío o musulmán que sostuvo un astrolabio en su mano y entendió su funcionamiento, este instrumento fue también una imagen del cielo tal cual lo había creado su Dios y un motivo de reflexión en los modos en que ese Dios actuaba sobre el mundo. Por esta razón, la primera vez que un astrolabio aparece mencionado en fuentes árabes, el aspecto científico y el cosmológico-religioso aparecen indisolublemente unidos:
De un sabio se cuenta que lo vieron teniendo a su derecha un Alcorán y a su izquierda un astrolabio, y que, cuando le preguntaron el motivo que le impulsaba a tener ambas cosas junto a sí, contestó: "En el Alcorán recito las palabras de Dios y en el astrolabio reflexiono sobre la creación de Dios, porque la astronomía es una manera de adorarlo". (1)
Los maestros del románico también debieron de percibir esta dimensión cosmológica de su quehacer cuando eligieron los emplazamientos para sus iglesias, estudiaron su orientación, y planificaron la iconografía en torno a sus vanos, muros y columnas. El levantamiento de un templo románico para entender y difundir el mensaje de Dios y el levantamiento del astrolabio para la contemplación y el estudio del cielo debieron de estar acompañados en muchas ocasiones de una disposición de espíritu muy similar, pues la nota religiosa estuvo en el centro de casi todas las actividades del hombre medieval. Astrolabio Románico se pone y nos pone frente a estas piedras del románico navarro para ayudarnos a entender y sentir- toda obra de arte compromete ambas facultades – estas cristalizaciones del universo medieval que constituyen el espacio y la escultura románicos. Además de rescatar el Románico, este nombre nos saca del estereotipo de la edad media como una edad oscura generalizada y nos recuerda que éste fue también un tiempo de amor a las ciencias en todas sus formas y de profunda curiosidad por todo cuanto nos rodea dentro y fuera del mundo, curiosidad y saber que hicieron posible la construcción y el uso de astrolabios. Como se dice en los Libros del saber de astronomía en el castellano de Alfonso X: «El saber se pierde en el que non lo connosce nin lo entiende». strolabio Románico se esfuerza por que esto no le ocurra al Románico navarro, sino que conozcamos estos edificios, que son parte de nuestro patrimonio y nuestra historia.
(1) Las memorias de Abd Al/ah, último rey zirí de Granada, destronado por los Almorávides (1090), trad. De E. Lévi-Procenc;:al y E. García Gómez (Madrid, 201 O, p. 364).