Bestiario y simbología en cuatro portadas románicas de Navarra
Iglesia de San Martín de Artaiz
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La iglesia de San Martín de Tours de Artaiz, es uno de los templos más interesantes del románico rural navarro. Respecto a la portada, se ha teorizado abundantemente acerca de su cronología y sobre el mensaje representado en ella.
Es un templo de nave única, constituido por ábside semicircular, cuatro tramos de nave y torre a los pies. La portada destaca en resalte sobre el muro sur. Consta de tímpano, tres arquivoltas que descansan en tres columnas a cada lado, dos leones en las enjutas y siete canecillos que componen, con las metopas intermedias, un interesante programa iconográfico.
En el tímpano, el habitual crismón trinitario está flanqueado por dos flores de seis pétalos enmarcadas en dobles círculos concéntricos.
Aunque no hay documentación sobre su construcción, algunas hipótesis se inclinan a pensar que fue promovida por los Almoravid, linaje de ricoshombres que ocuparon cargos relevantes en el reino durante los siglos XII y XIII. Se sabe que entre las propiedades de la familia confiscadas por la corona en el siglo XIII se encontraban las de Artaiz.
La teoría de la Dra. Esperanza Aragonés indica que la idea principal de la portada es que el cristianismo da vida y la religión pagana romana, muy recordada en esta época altomedieval, trae la muerte. La oposición entre la vida y la muerte es el mensaje encubierto en las imágenes de la portada. El señor de Artaiz encargó en un complicado lenguaje la plasmación del ideario cristiano que pensaba enseñar en su iglesia.
Aves y luchadores
En uno de los capiteles de la portada encontramos esta imagen.
En el Arte Románico la presencia de aves junto a luchadores representa la lucha contra el pecado, la tentación o la maldad y la victoria de la virtud sobre el vicio y la importancia de la oración y de la fe en la batalla espiritual. En este capitel vemos que las aves, que tienen los cuellos entrecruzados, picotean las cabezas de los luchadores o sus manos apoyadas en las cabezas del opuesto.
Las aves simbolizan el espíritu de oración y la vigilancia, los luchadores representan a los creyentes en su batalla espiritual.
La lucha es la representación de la ira y de la violencia. Son los creyentes en su batalla contra los vicios y junto a las aves es la imagen simbólica de la lucha espiritual. Las aves son la ayuda divina y la pureza del espíritu y los luchadores simbolizan la determinación y el esfuerzo humano en la lucha contra el pecado. En resumen, la lucha entre el bien y el mal. Las aves son la ayuda divina y la pureza del espíritu y los luchadores son la determinación y el esfuerzo humano en la lucha contra el pecado.
Las aves son consideradas en general como los animales positivos y benignos, son una metáfora del alma humana ya que las aves pueden volar y ascender, se alejan de lo terrenal, son lo espiritual.
Tanto en las culturas mediterráneas como en las europeas septentrionales, las aves son mensajeros de los dioses. Desde la antigüedad los pájaros viajeros son percibidos como almas.
También existen otras lecturas, menos positivas, de la simbología de las aves y los pájaros: las referencias bíblicas identifican a éstos con los pensamientos inoportunos y no hay que olvidar que son ellos, los pájaros, los que se comen la simiente en la parábola de los sembradores.
Arpias
Al lado del capitel descrito anteriormente encontramos otro donde están representadas dos arpías. La arpía o harpía es un ser fantástico, clasificado habitualmente entre los “híbridos y monstruosos” y dotado de un claro sentido negativo. La RAE las define como aves fabulosas con rostro de mujer y cuerpo de ave de rapiña, y el Diccionario de símbolos de Jean Chevalier como genios malignos, monstruos alados con cuerpo de pájaro y cabeza de mujer, de garras agudas (en el caso de Artaiz, son pezuñas), olor infecto, que atormentan a las almas y las molestan con incesantes maldades, estas características las relaciona con infierno. Su nombre significa «rapaces», «ladronas», en el sentido de captadoras. Tienen cola de serpiente o escorpión.
Son las provocadoras de las muertes repentinas y las que atraen a los humanos al pecado y al infierno. Simbolizan los vicios y las bajas pasiones y los remordimientos que siguen a la satisfacción. Solo el viento puede alejarlas y expulsarlas.
En este capitel, cada una ocupa una cara, sus cuerpos divergen, pero giran las cabezas para que confluyan sus miradas.
Suelen confundirse con las sirenas-pájaro, que desde la antigüedad eran descritas como un ser compuesto por rostro femenino y cuerpo de ave, con ausencia de cola de serpiente o escorpión. Su carácter repugnante, devorador y aéreo las relaciona con los infiernos.
Leones
En las enjutas de la puerta se ven dos leones. El de la izquierda sujeta con sus garras a un personaje humano tumbado, mientras devora a otro del que sólo asoma entre sus fauces la parte inferior del cuerpo. El de la derecha también tiene un hombre entre las patas, pero en este caso parece protegerlo.
El creador de este programa, sin duda se inspiró en Jaca, en los dos leones de la puerta occidental de la catedral; uno que protege a quien se acerca a él en actitud humilde y el otro venciendo a sus enemigos. Una inscripción indica que ambos leones son imagen de Cristo, que es el león fuerte que vence al imperio de la muerte y que sabe acoger a quien se acerca implorando perdón. Otras explicaciones en la misma línea ven en el devorador el paso necesario para la salvación de las almas o la resurrección. El personaje bajo las garras del devorador tiene ojos cerrados, “en alusión a la muerte del alma por el pecado”, de forma que “ser devorados por esta fiera nos habla del castigo correspondiente a su pecado”. Al otro lado el león-Cristo protege al pecador “sonriente, de ojos abiertos que se agarra con seguridad a la fiera”.
Otro significado simbólico del león es el andrófago o devorador de hombres, aunque no lo parezca es una característica benéfica. Devora al hombre y lo transforma en sus entrañas y lo capacita para renacer a una nueva vida o al estado de felicidad eterna. Estas propiedades regeneradoras llevaron al cristianismo a relacionarlo con el bautismo.
Los leones son también los guardianes del templo, por ello están representados en muchas entradas.
Canecillo
Entre los canecillos que encontramos bajo el alero de la iglesia de Artaiz hay uno que llama especialmente la atención. Se trata de la cabeza de un personaje calvo que se abre la boca ayudado por de sus manos.
En la Edad Media era frecuente la representación de los pecados, este gesto de mostrar la boca abierta se asocia con el pecado de la blasfemia, la mentira, la calumnia (recibe su castigo en el órgano con el que cometió pecado, es el castigo islámico de los musulmanes) y también con la lujuria. La probable inspiración en fuentes clásicas y musulmanas cuadra con la idea de la deformidad del rostro como reflejo de un alma a su vez deformada por el pecado.
Esta figura es muy habitual en el románico y conlleva una alusión al acto de mentir, aunque haya sido tenida por burlesca en ocasiones.
Estos personajes, en relación con la lujuria, pueden ser considerados onanistas, personajes masculinos que se llevan las manos a la boca sorprendidos en un acto no lícito.
J.E.Cirlot en su Diccionario de Símbolos interpreta que la boca puede ser la unión de dos mundos, exterior e interior, donde los dientes constituyen el engranaje de dos universos, cielo y tierra o mejor infierno y tierra.
Todas estas representaciones tienen un carácter moralizante.
Simbología similar podemos encontrar en otra cabezota con la boca exageradamente abierta sujeta con dos manitas, en la que Íñiguez Almech vio la representación de los maldicientes, conforme a fuentes musulmanas.
Monasterio de San Salvador de Leyre
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La primera referencia sobre el Monasterio de Leyre aparece en la famosa carta de San Eulogio de Córdoba y es del año 848 relacionando su fundación con el impulso monástico de la época carolingia. En el siglo IX recibió las reliquias de las santas Nunilo y Alodia y adquirió gran importancia en la iglesia navarra en los siglos X y XI por la cercanía de los reyes navarros, de los que llego a ser panteón y por las numerosas donaciones de la nobleza navarra. Sus abades fueron obispos de Pamplona. El templo románico se consagró en 1057, cercano a Cluny, pero nunca perteneció a su familia ya que su orientación fue benedictina, aunque en el siglo XIII pasó a la orden del Cister.
La gran obra escultórica del Monasterio de Leyre es la Porta Speciosa (puerta hermosa). Se trata de una entrada monumental, constituida por tímpano sobre parteluz y cuatro arquivoltas, además de numerosos relieves repartidos por enjutas, jambas y arquivoltas. Es del siglo XII, aunque algunas de sus esculturas son del siglo XI.
El pez y el hombre del pez
Al pez lo podemos ver en una arquivolta. El mar es el engullidor primordial y supremo, es el abismo maternal y feminizado. Volver al mar es retornar a la madre, morir y el viaje del difunto es frecuentemente “un viaje nocturno por el mar”. El mar es el símbolo del inconsciente, el origen acuático de los seres vale tanto para la psicología como para la mitología y el hombre medieval no se libra de esta obsesión. Los mares están poblados por peces, ocupando un puesto importante por su diversidad de formas y tamaños en los bestiarios medievales.
Del mismo modo que el ave se remonta de la tierra al cielo, el pez “ave de las profundidades” asciende de la zona abisal hacia la superficie. De ahí su carácter de “ser psíquico”, con la pesca suben a la consciencia los contenidos abisales del inconsciente.
El pez ha sido sacralizado en diferentes culturas, el cristianismo entre ellas, viscoso y fusiforme es también un símbolo fálico y demoniaco. Es el barco místico de la vida, está en el origen de toda existencia.
En la portada de Leyre se observa, además de un pez en una arquivolta, al “el hombre del pez” (identificado con Jonás).
El vientre de la ballena se convierte se convierte en un templo interior o en una “tierra celeste” al volver el héroe a sus orígenes; el sarcófago será una alternativa de dicho vientre.
El temor y la resistencia que experimenta el hombre ante un descenso profundo dentro de sí mismo, es la angustia ante el viaje a los infiernos. La ballena se convierte así en el monstruo devorador, es el regreso de las tinieblas a la luz. Jonás al entrar en la ballena vio “enormes misterios”; se hundió en los recuerdos de la infancia escapando del mundo actual.
En el regurgitamiento de Jonás por la ballena hay una inversión del sentido natural de la muerte; sepulcro-cuna.
Según el antiguo testamento, Jonás era un profeta al que Dios envió a convertir paganos a Nínive, ante la dificultad de la tarea, huyó en un barco al que su desobediencia hizo zozobrar. Viendo la tripulación que él era el causante fue arrojado al mar y engullido por un gran pez, identificado como una ballena o monstruo marino. Arrepentido rezó y tres días después fue vomitado en una playa sin haber sufrido daño. Jonás cumplió su destino y fue a predicar a Ninive. Esta escena es de un gran significado teológico como prefiguración de la resurrección de Cristo, al igual que Jonás salió del interior de la ballena, al cabo de tres días, Jesús salió del sepulcro y resucitó también al cabo de tres días.
En esta historia de Jonás, también vemos otras significaciones: la desobediencia, la oración y el arrepentimiento. La ballena, símbolo de la muerte y sepulcro, alude a la resurrección de Cristo, también simboliza la fuerza de la naturaleza que puede ser usada por Dios para llevar a cabo su voluntad.
El origen de la simbología del pez y Cristo lo encontramos en el contexto de los primeros cristianos.
Toro
Encontramos una cabeza de toro en la puerta de entrada al Monasterio de Leyre, la mocheta derecha está esculpida con la forma de una cabeza de toro.
En la clasificación que se realiza en los bestiarios, el toro es un animal ambivalente, puede representar a Cristo y a los vicios. Forma parte del tetramorfos, es la representación del evangelista San Lucas. Las astas del toro también simbolizan la fuerza. Es también la representación de uno de los cuatro momentos de la vida de Cristo; la Pasión, en relación con el tetramorfos (Hombre – ángel; San Mateo, encarnación / Toro; Lucas, Pasión / León; Marcos, Resurrección / Águila; San Juan, Ascensión).
Los vicios mal reprimidos también se representan por medio de un toro, por ser un animal indomable. Es uno de los doce signos del zodiaco.
Los autores cristianos ven en el toro un animal sacrificable, para compararlo con Cristo, que con su sangre limpió los pecados del mundo, en sentido metafórico, esto tenía su origen en el culto a la diosa Mitra, muy importante en la zona de Asia Menor.
Algunos bestiarios medievales nos dicen que su lomo es tan duro que repele la flechas y que son tan feroces que cuando se les captura, el furor los mata.
También es símbolo de la luna con la que se identifica morfológicamente por los cuernos y el creciente lunar.
Por lo que respecta a las mochetas son los elementos arquitectónicos sobresalientes que se encuentran en los ángulos superiores de las puertas donde se apoya un dintel o el tímpano. En la arquitectura románica las encontramos en las entradas de los templos, acceso del espacio profano al sagrado. Los motivos escultóricos de las mochetas tienen un carácter apotropaico, es decir tienen el efecto de alejar el mal y protegerse de él. Estos animales monstruosos se consideran guardianes del templo, que protegen la entrada al recinto sagrado.
Puerta del infierno
En la zona alta de la puerta Speciosa se encuentra la puerta del infierno en forma de una máscara gigante con ojos soslayados, orejas puntiagudas de diablo y una enorme boca sonriente de la que sobresalen hacia abajo colmillos o lenguas, es identificable, es Leviatán, aunque parte de la cabeza y de la boca están dañadas.
A su lado hay un pequeño diablo con cuerpo repulsivo de insecto, coge con sus afiladas garras a un hombre. Esta escena alude a los condenados y es complementaria con el premio a los justos del otro lado de la puerta. Estas tres escenas, están relacionadas: El monstruo, es símbolo de la resurrección, se traga al hombre a fin de provocar un nuevo nacimiento. Todo ser atraviesa su propio caos antes de poder estructurarse: el pasaje por las tinieblas precede a la entrada a la luz. Este tema está ilustrado por Jonás, que engullido en el vientre de un monstruo saldrá profundamente cambiado: la ballena es Leviatán.
En las representaciones del infierno, el juicio final, la anastasis… podemos observar unas enormes fauces abiertas de rasgos zoomórficos a menudo llameantes, es la entrada al infierno. al que van a parar los condenados y que en algunas ocasiones permite entrever las torturas que tienen lugar en el interior y en otras es el umbral del tránsito por el que las criaturas infernales acceden al mundo terrenal.
Serpiente
A lo largo de la historia, la iconografía de la serpiente ha tenido gran trascendencia en todas las religiones, en parte debido a la perfecta integración del concepto biológico y estético.
No es fácil establecer la causa por la que la serpiente alcanzó su gran protagonismo a lo largo de la historia independientemente de la religión, la cronología o la civilización, pero lo cierto es que no provoca indiferencia y difícilmente se justifica su protagonismo.
Los humanos sienten hacia lo ofidios una aversión en cierto modo instintiva e irracional y el miedo a su ataque ya que el hombre se siente indefenso ante la fuerza destructora de las serpientes y el poder de su veneno. Ante su imagen surgen los conceptos del mal, peligro, veneno, agresividad, pecado, perversión, muerte…
En las creencias judeo-cristianas se cita creada por Dios en el quinto día y el Genesis la caracteriza con cualidades propias del ser humano, como la astucia, la capacidad de mentir para sacar provecho de ellos y la elocuencia y el razonamiento. Haciendo uso de su inteligencia suscitó en Eva los deseos de obtener un conocimiento superior arrastrando a Adán hacia el pecado de la desobediencia.
La tentadora no tiene siempre cabeza de reptil, a veces se representa con cabeza de mujer. Los monjes de la Edad Media y los teólogos de las primeras universidades exculpaban a Adán del pecado original afirmando que la auténtica culpable había sido Eva, que haciendo caso a la serpiente aceptó la fruta del árbol prohibido, Adán también desobedeció para no separar su destino del de la primera mujer.
La serpiente es el símbolo del demonio y del mal.
Números animales terrestres ofrecen valores negativos especialmente los que reptan y viven bajo la tierra. Los reptiles se asocian a los vicios y a las bajas pasiones, aunque sin perder de vista la polisemia del símbolo. A lo largo del tiempo ha sufrido un cambio de signo, es un animal telúrico, relacionado con la tierra, es encarnación de la Diosa Madre Tierra ya que emerge del suelo, repta por la superficie y se vuelve a esconder en el interior. En la génesis judeo-cristiana se convierte en diablo, enemigo de Dios y del hombre y protagonista del episodio del pecado original.
Cuando la serpiente bebe agua del rio, se deshace de su veneno, los fieles deben hacer lo mismo cuando se reúnen en la Iglesia para escuchar la palabra de dios.
Iglesia de San Miguel de Estella
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Estella está vinculada desde sus orígenes al Camino de Santiago. La iglesia de San Miguel es una de las parroquias medievales de mayor importancia de Estella, ocupaba un lugar destacado en la fisonomía de la localidad y está situada sobre un acentuado escarpe rocoso llamado «La Mota». La construcción comezó en el último tercio del siglo XII como un templo tardorrománico de tres naves, siendo de mayor anchura y altura la central. Tiene cinco ábsides que se abren a un amplio crucero. Las obras se terminaron en el siglo XVI.
Su portada constituye uno de los conjuntos escultóricos más importantes del siglo XII en la Península Ibérica posiblemente fue realizada entre 1170-1190, décadas en las que coincide la moderada pujanza del reino navarro con la recepción en la Península Ibérica de las formas artísticas orientalizantes y ultrapirenaicas. Pertenece al románico tardío y destaca por la complejidad de su discurso figurativo, la calidad formal de los relieves y la sabia composición que conduce la mirada del espectador hacia las escenas de mayor significación.
Las semejanzas estilísticas entre la portada y ciertos capiteles de las ventanas del ábside central llevan a pensar que la realización de esta portada fue prevista desde los inicios del templo. La portada presenta un gran despliegue escultórico, cargado de contenido teológico acorde con las preocupaciones de la época. Se desconoce su promotor, tanto económico como doctrinal, y también se desconoce casi todo acerca de los escultores, pertenecientes a una corriente renovadora capaz de fusionar bizantinismos con soluciones procedentes del Norte de Francia.
Grifos
El grifo es uno de los animales fabulosos más importante del bestiario. Se representó por primera vez en la abadía cluniacense de Souvigny, su origen es claramente oriental y su imagen medieval está sacada de la fauna del Physiologus, (bestiario medieval inspirador de esta iconografía) siendo la que pasa al cristianismo. La identidad del grifo con Cristo es válida en ciertos textos y contextos medievales. Los primeros cristianos adaptaron a su culto antiguos emblemas religiosos locales, como los grifos (Charbonneau-Lassay).
La parte delantera es de águila, mientras por detrás semeja un león con larga cola parecida a una serpiente. Esta mezcla de los dos animales superiores expresa su carácter benéfico.
El grifo, al igual que los dragones se halla siempre vigilante y protector de los caminos de salvación. Los “guardianes de los tesoros” son grifos o dragones, en la antigüedad se les atribuía la cualidad de conocer las cosas más secretas. El grifo advierte sobre la codicia humana. En torno al 450 a C, Heródoto los menciona como guardianes del oro. El conocimiento de los grifos se transmite mediante la Historia Natural de Plinio el Viejo del siglo I a C, donde alude a su terrible pico en forma de gancho, sus alas y orejas puntiagudas.
En el arte cristiano medieval aparece con frecuencia con signos ambivalentes, como salvador y como anticristo. También es símbolo de los dos poderes (divino y humano), alude a las dos naturalezas de Cristo.
Habitualmente se representan en posición estática con cuatro extremidades apoyadas en el suelo, a veces con una pata elevada en actitud de marcha.
El benedictino Beda el Venerable los considera seres demoniacos, pero será descripción de San Isidoro de Sevilla en sus “Etimologías” la que se repita a lo largo de la Edad Media: Llámase “grifo” a un animal dotado de alas y de cuatro patas. Su cuerpo es, en su conjunto, el de un león, por sus alas y su cabeza se asemeja a las águilas. Es terriblemente peligroso para los caballos. Del mismo modo, despedazan a los hombres que encuentran a la vista.
Durante el periodo grecorromano se le consideró un animal apotropaico (aleja el mal). Se representa en las tumbas y se convirtió en protector de los muertos, adquiriendo un papel funerario como psicopompo, al conducir las almas de los bienaventurados (preservándolos de los peligros y demonios) al mas allá. Era el encargado de portar el alma de los emperadores en su apoteosis o glorificación (Alejandro Magno).
Liebre
En una de las arquivoltas observamos una liebre. En la simbología cristina representa la fragilidad del alma y la concupiscencia. En algunos bestiarios se considera a la liebre “como el diablo disfrazado”. Las estaciones también tienen su equivalente animal y en el caso de las liebres, es la representación del otoño.
Entre los romanos la fecundidad y la fertilidad se simbolizaron por el conejo y la liebre. Por su fertilidad la liebre entró en el mundo cristiano como símbolo de la lujuria.
También representa la fragilidad y la debilidad moral ya que en sus correrías cambia continuamente de dirección, aunque en general la liebre es un símbolo del procrear. Los hebreos la consideraban un animal inmundo, también representa la vigilancia (duerme con un ojo abierto) y la timidez.
En algunas tumbas está la liebre como símbolo de la brevedad de la vida.
En el Physiologus se ensalza su velocidad como una virtud y por su indefensión se identifica con la persona que solo confía en Dios.
En la arquivolta de San Miguel, está delante de un perro, en este caso se podía interpretar que está perseguida por él, esto explicaría la persecución de los cristianos.
Durante la Edad Media formaron parte de las escenas de caza, en este caso podían ser las almas pecadoras necesitadas de salvación a las que acude Cristo cazador.
Monstruo
En la arquivolta más externa se observan abundantes representaciones de seres no identificados, son los monstruos, aparecen fuera del curso de la naturaleza, pero fruto de la voluntad de Dios.
Esta figura no se corresponde con ningún animal conocido, se encuadra en la denominación general de “monstruos” o “bestias”, escapa a toda definición y no es clasificable en ninguna especie.
Autores especializados en bestiarios, a este tipo de monstruo lo clasifican como “híbrido”, al igual que sucede con los dragones. Este carácter híbrido se logra acumulando detalles de animales comunes.
Émile Mâle piensa que estos monstruos no tienen sentido alguno, sin embargo, Henry Focillon sostiene que el monstro expresa la vida religiosa “recreando complejos psicológicos primitivos”.
Se puede afirmar que el monstruo es un símbolo del inconsciente, de las angustia y terrores del hombre, del caos primigenio. Atrae y repugna simultáneamente, conviene distanciarlo, colocarlo en los confines del miedo para calmar el espanto que produce.
El héroe que mata al monstruo lo hace para conseguir la inmortalidad y obtener una vida más plena.
La imaginación crea los monstruos, su estética y su especial belleza era atractiva para el hombre medieval, la fealdad está ligada a la maldad.
En general las bestias en el románico simbolizan, además de al demonio, actitudes y rasgos humanos, siendo los híbridos la imagen del “hombre carnal” a través de la mezcla de humanidad y bestialidad, es la idea del animal como espejo del hombre, de su parte más corpórea y pecaminosa, según autores como J. Le Goff y M. Pastoreau.
Simio
Los simios son los parientes más cercanos a los seres humanos en el mundo animal, imita sus gestos y simula ser hombre. Tiene diferentes significados, es símbolo de astucia e hipocresía, se le llama la “mona de Dios” cuando se habla del diablo.
También representa la idolatría y en las fábulas grecolatinas es símbolo de la mentira. Los animales a los que se atribuyen costumbres malignas, como el mono, son símbolos de la maldad.
Los frutos son causa de su avaricia y su maldad. En este caso parece que está comiendo algo que no se puede identificar. Aunque no se puede descartar que lo que lleva en la mano es un espejo, en este caso sería una representación de la vanidad.
El mono es receptivo a todos los vicios, entre ellos la lujuria. Imita al hombre como el Diablo imita a Dios.
En los bestiarios medievales el simbolismo se centra en que no tienen cola, el trasero queda desnudo haciéndose visible su fealdad y su falta de pundonor y vergüenza, aunque en este caso no se cumple ya que se aprecia lo que parece una larga cola.
Pocos animales han despertado en los antiguos tantas suspicacias al hombre, la razón es su naturaleza fronteriza entre lo animal y lo humano. A veces se le representa en cuclillas y con una soga al cuello par impedir que se levante como un hombre.
En el siglo XII, con inspiración en las fábulas de Esopo, el simio aparece como un embaucador. En los bestiarios se le representa como un pecador.
Las ordenes mendicantes, en sus sermones, en sus enseñanzas moralizantes, tienen como protagonistas a los animales, siendo uno de ellos el simio, caricatura del hombre y encarnación de todos sus vicios, lujuria, gula egoísmo, por eso se utilizó como elemento alegórico para representar el mal y por ende a Satanás y a sus demonios.
En esta imagen vemos que porta una campanilla, puede interpretarse que es el diablo que anuncia la hora de los condenados. Su imagen sería una parodia de los ángeles trompeteros que anuncian el Juicio Final, el anuncio de la hora de los condenados.
Dragón
San Isidoro en “Las etimologías” lo describe como la mayor de todas las serpientes e incluso de todos los animales que habitan en la tierra. Saliendo de sus cavernas, se remonta por los aires y por su causa se producen ciclones. Está dotado de cresta, tiene la boca pequeña y unos estrechos conductos por los que respira y saca la lengua. Pero su fuerza no radica en los dientes, sino en la cola, y produce más daño cuando la emplea a modo de látigo que cuando se sirve de su boca para morder. Es inofensivo en cuanto al veneno, puesto que no tiene necesidad de él para provocar la muerte: mata siempre asfixiando a su víctima. Es el símbolo del mal y del demonio.
Miguel es el vencedor de los dragones. En muchas tradiciones se asocia la boca y el fuego: dragones que escupen fuego.
Como símbolo demoniaco se identifica con la serpiente. Tanto a San Miguel como a San Jorge e incluso a Cristo se les representa pisando dragones.
En los bestiarios a los dragones se les adscribe tanto al agua como a la tierra y al fuego. La idea del dragón surge de la unión de muy diferentes animales, especialmente agresivos y peligrosos como las serpientes, los cocodrilos, los leones.
Diferentes autores e incluso la biblia atribuyen a los dragones distintas propiedades simbólicas: son fuertes y vigilantes (J.E. Cirlot) y su vista es muy aguda, son guardianes de templos y tesoros, al igual que los grifos. En occidente en la Edad Media tienen el busto y las patas de águila, cuerpo de serpiente, alas de murciélago y cola terminada en dardo y vuelta sobre sí misma.
En general el dragón es “algo terrible difícil de vencer” pues solo el que vence al dragón será un héroe.
En Estella, el dragón es el demonio al que vence san Miguel. San Miguel es el protector de la Iglesia, es el primero de los siete arcángeles. Se le representa amenazando al dragón-diablo con una lanza.
Iglesia de Santa María la Real de Sangüesa
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La construcción del templo se inicia previsiblemente hacia 1131 tras una donación del monarca navarro-aragonés Alfonso el Batallador a la orden de San Juan de Jerusalén del palacio que tenía en Sanguesa. Se edificó en el lugar que ocupaba el palacio y su construcción se prolongó hasta 1230.
En la portada vemos, arco apuntado, disposición longitudinal de las figuras en las arquivoltas y presencia de estatuas-columnas, que resultan muy avanzadas para la época. Estamos en el final del románico, y estos rasgos están tomados de portadas góticas francesas. Posiblemente las estatuas-columna sean las primeras de la península ibérica. La hizo el maestro Leodegario, tal y como se indica en una de las columnas mencionadas, con influencia de la escultura francesa del primer gótico. En toda la portada observamos importante decoración escultórica con abundante y rica temática, llena de personajes y episodios que en ocasiones es difícil interpretar.
El conjunto está constituido básicamente por la puerta y el gran friso de coronamiento, enmarcados lateralmente por contrafuertes y coronados por una cornisa con su correspondiente tejaroz sustentada por modillones. A su vez, la puerta, de arco apuntado y abocinado, está integrada por seis arquivoltas y una chambrana, que se apoyan sobre columnas y columnillas dispuestas alternativamente (las columnas con capiteles y con columnas estatua) y un tímpano.
En cuanto a la temática, hay que tener en cuenta que la función fundamental de esta portada –como la de la casi totalidad de la escultura románica– era transmitir un mensaje a los espectadores, tanto a los locales como a los peregrinos; por lo tanto, tiene una finalidad docente y moralizadora. La puerta, está dedicada a la Redención y al Juicio Final. Las esculturas de las enjutas y contrafuertes carecen de programa común, pudiendo distinguirse solo grupos temáticos: asuntos bíblicos, representaciones de oficios, guerreros, pecados, animales, motivos ornamentales… El friso superior incide de nuevo en el tema del Juicio.
Sirena Pez
En la segunda arquivolta de la izquierda vemos a una sirena que agarra dos peces, es el signo zodiacal del mes de febrero, piscis según Cynthia Milton Weber. Pertenecía a un grupo identificado pero incompleto de signos zodiacales representados en la portada.
A estas sirenas que llevan peces se les relaciona con la Virgen, madre del Pescador, por eso llevan los peces.
También se relaciona a las sirenas con Lilith, la diosa sumeria que porta los anillos de Shem, que representan el paso de un mundo a otro, en este caso serían los peces, animales de tradición psicopompa, es decir, que conducen las almas de los difuntos hacia la ultratumba; el cielo o el infierno.
La sirena es una figura de naturaleza fantástica cuyo mito nace en la Antigüedad. La etimología del término se ha puesto en relación con el vocablo púnico “sir “-canto- y el semítico “seiren”-hembra que fascina con sus cantos-. Su principal atractivo era su seductor canto de amor que ejercía sobre quien lo escuchaba una atracción fatal. Atraen a los humanos a la muerte. Nació como símbolo de los peligros que entraña el abismo marítimo, pero en la Edad Media se asoció a la lujuria, la tentación y los peligros que encarna la sexualidad, porque eran seres volátiles como el amor, además de encarnar la falsedad, el engaño y la inconstancia.
Sirena-pájaro: En la antigüedad las sirenas eran mujeres-pájaro que destacan por la belleza y armonía de su canto, encargadas de conducir las almas de los difuntos al Hades, siendo al mismo tiempo raptoras de los hombres, a los que capturan y devoran, eran las deidades de las fuentes, que engendraban a los héroes, pero también podían volver locos a quienes las contemplaban o se desviaban de la recta y se perdían por sus tentaciones.
Sirena-pez. A final del siglo XII se empieza a representar a las sirenas como peces, se le llama también nereidas. Es un ser fabuloso de cabeza y cuerpo femenino con cola o colas escamosas.
Representan la seducción y el atrapamiento por los placeres pecaminosos que aparecen ante los ojos de los hombres por apetecibles, pero que acabarán conduciendo a la destrucción.
En la mayoría de las representaciones aparecen de forma frontal con dos colas simétricas que agarran con las manos, pareciendo que abren sus genitales al espectador, de esta forma se magnifica el sentido de la lujuria que las acompaña. Con esta iconografía, el románico pretendía excitar la concupiscencia de los hombres.
Si estos seres tienen rostro masculino se denominan tritones.
Basilisco
En la enjuta izquierda y el extremo izquierdo se halla un basilisco, con cuerpo de reptil escamoso, con patas de ave y alas y cabeza de gallo.
El basilisco era considerado en la Edad Media como símbolo de todos los vicios y maldades, en especial los pecados de ira y soberbia.
El Basilisco según Chevalier, es un reptil que mata con la mirada o con su aliento, por eso había que atacarle provistos de un espejo donde al reflejarse su mirada, moría. Solo las comadrejas pueden hacerle daño, por eso el hombre las lleva a su escondrijo y apenas las ve el monstruo, huye, pero éstas le persiguen hasta matarle.
Nace de un huevo de gallo viejo, depositado en estiércol y empollado por un sapo, una rana o una serpiente. Se representa como un gallo con cola de dragón o como serpiente con alas de gallo. Representa al poder real que fulmina a quienes le faltan al respeto. Transportaba las almas al infierno por lo que a veces puede aparecer en escenas del Juicio final.
Es un animal maléfico y aterrador que simboliza la muerte y al propio diablo, comparable con un dragón.
La mujer y la lujuria
En la enjuta izquierda, bajo el basilisco se encuentra una pequeña figura de una mujer molestada por culebras y un sapo. Una gran culebra con pequeños cuernos sobre los ojos engulle a la mujer, mientras otro reptil, parecido y un sapo muerden su brazo y pecho, es la representación de la lujuria junto con el pecado original, que habitualmente se representa como un animal tragándose a un ser humano.
El sapo vive junto a culebras y serpientes en lugares tenebrosos claramente infernales, tiene en general connotaciones demoniacas. Igual valoración se hace de la rana, son criaturas lunares, oscuras y negativamente valoradas.
El sapo es absorbedor de una leche que no le está destinada. En la simbología románica, el sapo es el espíritu impuro que regurgita el exorcizado, también brota de la boca de los demonios para significar la negrura de sus propósitos.
Los pecadores atacados por sapos y culebras representan el castigo de los desórdenes sexuales y la condenación infernal de quienes a ellos se entregan.
En una de las arquivoltas del lado derecho, también observamos a una mujer a la que un sapo o una rana y una serpiente le comen los pechos.
Ciervo
Lo vemos en la enjuta derecha. Es un animal de acentuado signo positivo, vinculado a las almas puras, incluso al propio Jesucristo. Existía una leyenda que decía que el ciervo odiaba a la serpiente al igual que el león y el águila y que, aunque ésta se escondiera en un agujero el ciervo era tan audaz que era capaz de escupir agua para sacarla y aplastarla, de igual manera Cristo aplasta a la serpiente diablo con agua de su boca. El ciervo está en relación con el cielo y con la luz, la serpiente con la noche y la vida subterránea -la resurrección y la muerte-.
La identificación entre el ciervo y el Salvador emana del propio texto bíblico como el salmo 22 cuando se profetiza sobre la Pasión de Cristo: Mis enemigos me rodean como una jauría de perros.
En el salo 42,2-3 leemos que “el alma busca a su dios como el ciervo busca la presencia de agua viva”.
Su sentido simbólico se halla ligado al “árbol de la vida”, la cruz en la iconografía cristiana (J. E. Cirlot) por la semejanza de su cornamenta con las ramas de los árboles. Es también símbolo de Cristo y del pecador arrepentido. Si el ciervo es blanco desempeña el papel de animal mágico (I. Malaxecheverria), de conductor hacia el otro mundo.
También simboliza el alma inocente que huye de la tentación que le persigue. El ciervo, temeroso huye de cualquier amenaza y el alma prudente no se expone a las seducciones del pecado, sino que se aparta de ellas para no caer. Hay referencias bíblicas que confirman la relación entre el ciervo que huye veloz de los perros de caza y el alma temerosa de los peligros que amenazan su pureza.
La escena de la persecución del ciervo, puede interpretarse como la del ama humana huyendo de los agentes del pecado, o el alma cristiana perseguida por las tentaciones, por todas las pruebas de la vida.
Los bestiarios medievales no ven nada negativo en el ciervo a menos que su caza se considere como una alegoría del acto sexual.
Bibliografía
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Juan Eduardo Cirlot. Diccionario de Símbolos
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Esperanza Aragonés Estella. San Martín de Artaiz y el paraíso como un jardín
Esperanza Aragonés Estella. Música profana en el arte monumental románico del Camino de Santiago
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El arte románico en Navarra. Clara Fernández Ladreda (Dir.)
Laura Rodríguez Peinado. Las sirenas
Fernando Pérez Suescun y Ma Victoria Rodríguez López. Las sirenas medievales: aproximación literaria e iconográfica
Cynthia Milton Weber. La portada de Santa María la Real de Sanguesa
Jesús Herrero Marcos. Bestiario románico español
David de la Garma Ramírez (Arteguias). Iconografía y simbolismo románico
Enciclopedia digital del Románico
https://www.romanicodigital.com/el-romanico/enciclopedia-online
https://www.unav.edu/web/catedra-patrimonio/itinerarios-visitas/san-miguel-de-estella
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