Bestiario y simbología en la Iglesia de San Miguel de Estella

Portada

Estella está vinculada desde sus orígenes al Camino de Santiago. La iglesia de San Miguel es una de las parroquias medievales de mayor importancia de Estella, ocupaba un lugar destacado en la fisonomía de la localidad y está situada sobre un acentuado escarpe rocoso llamado «La Mota». La construcción comezó en el último tercio del siglo XII como un templo tardorrománico de tres naves, siendo de mayor anchura y altura la central. Tiene cinco ábsides que se abren a un amplio crucero. Las obras se terminaron en el siglo XVI.

Su portada constituye uno de los conjuntos escultóricos más importantes del siglo XII en la Península Ibérica posiblemente fue realizada entre 1170-1190, décadas en las que coincide la moderada pujanza del reino navarro con la recepción en la Península Ibérica de las formas artísticas orientalizantes y ultrapirenaicas. Pertenece al románico tardío y destaca por la complejidad de su discurso figurativo, la calidad formal de los relieves y la sabia composición que conduce la mirada del espectador hacia las escenas de mayor significación.

Las semejanzas estilísticas entre la portada y ciertos capiteles de las ventanas del ábside central llevan a pensar que la realización de esta portada fue prevista desde los inicios del templo. La portada presenta un gran despliegue escultórico, cargado de contenido teológico acorde con las preocupaciones de la época. Se desconoce su promotor, tanto económico como doctrinal, y también se desconoce casi todo acerca de los escultores, pertenecientes a una corriente renovadora capaz de fusionar bizantinismos con soluciones procedentes del Norte de Francia.

Grifos

El grifo es uno de los animales fabulosos más importante del bestiario. Se representó por primera vez en la abadía cluniacense de Souvigny, su origen es claramente oriental y su imagen medieval está sacada de la fauna del Physiologus, (bestiario medieval inspirador de esta iconografía) siendo la que pasa al cristianismo. La identidad del grifo con Cristo es válida en ciertos textos y contextos medievales. Los primeros cristianos adaptaron a su culto antiguos emblemas religiosos locales, como los grifos (Charbonneau-Lassay).

La parte delantera es de águila, mientras por detrás semeja un león con larga cola parecida a una serpiente. Esta mezcla de los dos animales superiores expresa su carácter benéfico.

El grifo, al igual que los dragones se halla siempre vigilante y protector de los caminos de salvación. Los “guardianes de los tesoros” son grifos o dragones, en la antigüedad se les atribuía la cualidad de conocer las cosas más secretas. El grifo advierte sobre la codicia humana. En torno al 450 a C, Heródoto los menciona como guardianes del oro. El conocimiento de los grifos se transmite mediante la Historia Natural de Plinio el Viejo del siglo I a C, donde alude a su terrible pico en forma de gancho, sus alas y orejas puntiagudas.

En el arte cristiano medieval aparece con frecuencia con signos ambivalentes, como salvador y como anticristo. También es símbolo de los dos poderes (divino y humano), alude a las dos naturalezas de Cristo.

Habitualmente se representan en posición estática con cuatro extremidades apoyadas en el suelo, a veces con una pata elevada en actitud de marcha.

El benedictino Beda el Venerable los considera seres demoniacos, pero será descripción de San Isidoro de Sevilla en sus “Etimologías” la que se repita a lo largo de la Edad Media: Llámase “grifo” a un animal dotado de alas y de cuatro patas. Su cuerpo es, en su conjunto, el de un león, por sus alas y su cabeza se asemeja a las águilas. Es terriblemente peligroso para los caballos. Del mismo modo, despedazan a los hombres que encuentran a la vista.

Durante el periodo grecorromano se le consideró un animal apotropaico (aleja el mal). Se representa en las tumbas y se convirtió en protector de los muertos, adquiriendo un papel funerario como psicopompo, al conducir las almas de los bienaventurados (preservándolos de los peligros y demonios) al mas allá. Era el encargado de portar el alma de los emperadores en su apoteosis o glorificación (Alejandro Magno).

Liebre

En una de las arquivoltas observamos una liebre. En la simbología cristina representa la fragilidad del alma y la concupiscencia. En algunos bestiarios se considera a la liebre “como el diablo disfrazado”. Las estaciones también tienen su equivalente animal y en el caso de las liebres, es la representación del otoño.

Entre los romanos la fecundidad y la fertilidad se simbolizaron por el conejo y la liebre. Por su fertilidad la liebre entró en el mundo cristiano como símbolo de la lujuria.

También representa la fragilidad y la debilidad moral ya que en sus correrías cambia continuamente de dirección, aunque en general la liebre es un símbolo del procrear. Los hebreos la consideraban un animal inmundo, también representa la vigilancia (duerme con un ojo abierto) y la timidez.

En algunas tumbas está la liebre como símbolo de la brevedad de la vida.

En el Physiologus se ensalza su velocidad como una virtud y por su indefensión se identifica con la persona que solo confía en Dios.

En la arquivolta de San Miguel, está delante de un perro, en este caso se podía interpretar que está perseguida por él, esto explicaría la persecución de los cristianos.

Durante la Edad Media formaron parte de las escenas de caza, en este caso podían ser las almas pecadoras necesitadas de salvación a las que acude Cristo cazador.

Monstruo

En la arquivolta más externa se observan abundantes representaciones de seres no identificados, son los monstruos, aparecen fuera del curso de la naturaleza, pero fruto de la voluntad de Dios.

Esta figura no se corresponde con ningún animal conocido, se encuadra en la denominación general de “monstruos” o “bestias”, escapa a toda definición y no es clasificable en ninguna especie.

Autores especializados en bestiarios, a este tipo de monstruo lo clasifican como “híbrido”, al igual que sucede con los dragones. Este carácter híbrido se logra acumulando detalles de animales comunes.

Émile Mâle piensa que estos monstruos no tienen sentido alguno, sin embargo, Henry Focillon sostiene que el monstro expresa la vida religiosa “recreando complejos psicológicos primitivos”.

Se puede afirmar que el monstruo es un símbolo del inconsciente, de las angustia y terrores del hombre, del caos primigenio. Atrae y repugna simultáneamente, conviene distanciarlo, colocarlo en los confines del miedo para calmar el espanto que produce.

El héroe que mata al monstruo lo hace para conseguir la inmortalidad y obtener una vida más plena.

La imaginación crea los monstruos, su estética y su especial belleza era atractiva para el hombre medieval, la fealdad está ligada a la maldad.

En general las bestias en el románico simbolizan, además de al demonio, actitudes y rasgos humanos, siendo los híbridos la imagen del “hombre carnal” a través de la mezcla de humanidad y bestialidad, es la idea del animal como espejo del hombre, de su parte más corpórea y pecaminosa, según autores como J. Le Goff y M. Pastoreau.

Simio

Los simios son los parientes más cercanos a los seres humanos en el mundo animal, imita sus gestos y simula ser hombre. Tiene diferentes significados, es símbolo de astucia e hipocresía, se le llama la “mona de Dios” cuando se habla del diablo.

También representa la idolatría y en las fábulas grecolatinas es símbolo de la mentira. Los animales a los que se atribuyen costumbres malignas, como el mono, son símbolos de la maldad.

Los frutos son causa de su avaricia y su maldad. En este caso parece que está comiendo algo que no se puede identificar. Aunque no se puede descartar que lo que lleva en la mano es un espejo, en este caso sería una representación de la vanidad.

El mono es receptivo a todos los vicios, entre ellos la lujuria. Imita al hombre como el Diablo imita a Dios.

En los bestiarios medievales el simbolismo se centra en que no tienen cola, el trasero queda desnudo haciéndose visible su fealdad y su falta de pundonor y vergüenza, aunque en este caso no se cumple ya que se aprecia lo que parece una larga cola.

Pocos animales han despertado en los antiguos tantas suspicacias al hombre, la razón es su naturaleza fronteriza entre lo animal y lo humano. A veces se le representa en cuclillas y con una soga al cuello par impedir que se levante como un hombre.

En el siglo XII, con inspiración en las fábulas de Esopo, el simio aparece como un embaucador. En los bestiarios se le representa como un pecador.

Las ordenes mendicantes, en sus sermones, en sus enseñanzas moralizantes, tienen como protagonistas a los animales, siendo uno de ellos el simio, caricatura del hombre y encarnación de todos sus vicios, lujuria, gula egoísmo, por eso se utilizó como elemento alegórico para representar el mal y por ende a Satanás y a sus demonios.

En esta imagen vemos que porta una campanilla, puede interpretarse que es el diablo que anuncia la hora de los condenados. Su imagen sería una parodia de los ángeles trompeteros que anuncian el Juicio Final, el anuncio de la hora de los condenados.

Dragón

San Isidoro en “Las etimologías” lo describe como la mayor de todas las serpientes e incluso de todos los animales que habitan en la tierra. Saliendo de sus cavernas, se remonta por los aires y por su causa se producen ciclones. Está dotado de cresta, tiene la boca pequeña y unos estrechos conductos por los que respira y saca la lengua. Pero su fuerza no radica en los dientes, sino en la cola, y produce más daño cuando la emplea a modo de látigo que cuando se sirve de su boca para morder. Es inofensivo en cuanto al veneno, puesto que no tiene necesidad de él para provocar la muerte: mata siempre asfixiando a su víctima. Es el símbolo del mal y del demonio.

Miguel es el vencedor de los dragones. En muchas tradiciones se asocia la boca y el fuego: dragones que escupen fuego.

Como símbolo demoniaco se identifica con la serpiente. Tanto a San Miguel como a San Jorge e incluso a Cristo se les representa pisando dragones.

En los bestiarios a los dragones se les adscribe tanto al agua como a la tierra y al fuego. La idea del dragón surge de la unión de muy diferentes animales, especialmente agresivos y peligrosos como las serpientes, los cocodrilos, los leones.

Diferentes autores e incluso la biblia atribuyen a los dragones distintas propiedades simbólicas: son fuertes y vigilantes (J.E. Cirlot) y su vista es muy aguda, son guardianes de templos y tesoros, al igual que los grifos. En occidente en la Edad Media tienen el busto y las patas de águila, cuerpo de serpiente, alas de murciélago y cola terminada en dardo y vuelta sobre sí misma.

En general el dragón es “algo terrible difícil de vencer” pues solo el que vence al dragón será un héroe.

En Estella, el dragón es el demonio al que vence san Miguel. San Miguel es el protector de la Iglesia, es el primero de los siete arcángeles. Se le representa amenazando al dragón-diablo con una lanza.

Bibliografía

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