Bestiario y simbología en la Iglesia de Santa María la Real de Sangüesa
Portada
La construcción del templo se inicia previsiblemente hacia 1131 tras una donación del monarca navarro-aragonés Alfonso el Batallador a la orden de San Juan de Jerusalén del palacio que tenía en Sanguesa. Se edificó en el lugar que ocupaba el palacio y su construcción se prolongó hasta 1230.
En la portada vemos, arco apuntado, disposición longitudinal de las figuras en las arquivoltas y presencia de estatuas-columnas, que resultan muy avanzadas para la época. Estamos en el final del románico, y estos rasgos están tomados de portadas góticas francesas. Posiblemente las estatuas-columna sean las primeras de la península ibérica. La hizo el maestro Leodegario, tal y como se indica en una de las columnas mencionadas, con influencia de la escultura francesa del primer gótico. En toda la portada observamos importante decoración escultórica con abundante y rica temática, llena de personajes y episodios que en ocasiones es difícil interpretar.
El conjunto está constituido básicamente por la puerta y el gran friso de coronamiento, enmarcados lateralmente por contrafuertes y coronados por una cornisa con su correspondiente tejaroz sustentada por modillones. A su vez, la puerta, de arco apuntado y abocinado, está integrada por seis arquivoltas y una chambrana, que se apoyan sobre columnas y columnillas dispuestas alternativamente (las columnas con capiteles y con columnas estatua) y un tímpano.
En cuanto a la temática, hay que tener en cuenta que la función fundamental de esta portada –como la de la casi totalidad de la escultura románica– era transmitir un mensaje a los espectadores, tanto a los locales como a los peregrinos; por lo tanto, tiene una finalidad docente y moralizadora. La puerta, está dedicada a la Redención y al Juicio Final. Las esculturas de las enjutas y contrafuertes carecen de programa común, pudiendo distinguirse solo grupos temáticos: asuntos bíblicos, representaciones de oficios, guerreros, pecados, animales, motivos ornamentales… El friso superior incide de nuevo en el tema del Juicio.
Sirena Pez
En la segunda arquivolta de la izquierda vemos a una sirena que agarra dos peces, es el signo zodiacal del mes de febrero, piscis según Cynthia Milton Weber. Pertenecía a un grupo identificado pero incompleto de signos zodiacales representados en la portada.
A estas sirenas que llevan peces se les relaciona con la Virgen, madre del Pescador, por eso llevan los peces.
También se relaciona a las sirenas con Lilith, la diosa sumeria que porta los anillos de Shem, que representan el paso de un mundo a otro, en este caso serían los peces, animales de tradición psicopompa, es decir, que conducen las almas de los difuntos hacia la ultratumba; el cielo o el infierno.
La sirena es una figura de naturaleza fantástica cuyo mito nace en la Antigüedad. La etimología del término se ha puesto en relación con el vocablo púnico “sir “-canto- y el semítico “seiren”-hembra que fascina con sus cantos-. Su principal atractivo era su seductor canto de amor que ejercía sobre quien lo escuchaba una atracción fatal. Atraen a los humanos a la muerte. Nació como símbolo de los peligros que entraña el abismo marítimo, pero en la Edad Media se asoció a la lujuria, la tentación y los peligros que encarna la sexualidad, porque eran seres volátiles como el amor, además de encarnar la falsedad, el engaño y la inconstancia.
Sirena-pájaro: En la antigüedad las sirenas eran mujeres-pájaro que destacan por la belleza y armonía de su canto, encargadas de conducir las almas de los difuntos al Hades, siendo al mismo tiempo raptoras de los hombres, a los que capturan y devoran, eran las deidades de las fuentes, que engendraban a los héroes, pero también podían volver locos a quienes las contemplaban o se desviaban de la recta y se perdían por sus tentaciones.
Sirena-pez. A final del siglo XII se empieza a representar a las sirenas como peces, se le llama también nereidas. Es un ser fabuloso de cabeza y cuerpo femenino con cola o colas escamosas.
Representan la seducción y el atrapamiento por los placeres pecaminosos que aparecen ante los ojos de los hombres por apetecibles, pero que acabarán conduciendo a la destrucción.
En la mayoría de las representaciones aparecen de forma frontal con dos colas simétricas que agarran con las manos, pareciendo que abren sus genitales al espectador, de esta forma se magnifica el sentido de la lujuria que las acompaña. Con esta iconografía, el románico pretendía excitar la concupiscencia de los hombres.
Si estos seres tienen rostro masculino se denominan tritones.
Basilisco
En la enjuta izquierda y el extremo izquierdo se halla un basilisco, con cuerpo de reptil escamoso, con patas de ave y alas y cabeza de gallo.
El basilisco era considerado en la Edad Media como símbolo de todos los vicios y maldades, en especial los pecados de ira y soberbia.
El Basilisco según Chevalier, es un reptil que mata con la mirada o con su aliento, por eso había que atacarle provistos de un espejo donde al reflejarse su mirada, moría. Solo las comadrejas pueden hacerle daño, por eso el hombre las lleva a su escondrijo y apenas las ve el monstruo, huye, pero éstas le persiguen hasta matarle.
Nace de un huevo de gallo viejo, depositado en estiércol y empollado por un sapo, una rana o una serpiente. Se representa como un gallo con cola de dragón o como serpiente con alas de gallo. Representa al poder real que fulmina a quienes le faltan al respeto. Transportaba las almas al infierno por lo que a veces puede aparecer en escenas del Juicio final.
Es un animal maléfico y aterrador que simboliza la muerte y al propio diablo, comparable con un dragón.
La mujer y la lujuria
En la enjuta izquierda, bajo el basilisco se encuentra una pequeña figura de una mujer molestada por culebras y un sapo. Una gran culebra con pequeños cuernos sobre los ojos engulle a la mujer, mientras otro reptil, parecido y un sapo muerden su brazo y pecho, es la representación de la lujuria junto con el pecado original, que habitualmente se representa como un animal tragándose a un ser humano.
El sapo vive junto a culebras y serpientes en lugares tenebrosos claramente infernales, tiene en general connotaciones demoniacas. Igual valoración se hace de la rana, son criaturas lunares, oscuras y negativamente valoradas.
El sapo es absorbedor de una leche que no le está destinada. En la simbología románica, el sapo es el espíritu impuro que regurgita el exorcizado, también brota de la boca de los demonios para significar la negrura de sus propósitos.
Los pecadores atacados por sapos y culebras representan el castigo de los desórdenes sexuales y la condenación infernal de quienes a ellos se entregan.
En una de las arquivoltas del lado derecho, también observamos a una mujer a la que un sapo o una rana y una serpiente le comen los pechos.
Ciervo
Lo vemos en la enjuta derecha. Es un animal de acentuado signo positivo, vinculado a las almas puras, incluso al propio Jesucristo. Existía una leyenda que decía que el ciervo odiaba a la serpiente al igual que el león y el águila y que, aunque ésta se escondiera en un agujero el ciervo era tan audaz que era capaz de escupir agua para sacarla y aplastarla, de igual manera Cristo aplasta a la serpiente diablo con agua de su boca. El ciervo está en relación con el cielo y con la luz, la serpiente con la noche y la vida subterránea -la resurrección y la muerte-.
La identificación entre el ciervo y el Salvador emana del propio texto bíblico como el salmo 22 cuando se profetiza sobre la Pasión de Cristo: Mis enemigos me rodean como una jauría de perros.
En el salo 42,2-3 leemos que “el alma busca a su dios como el ciervo busca la presencia de agua viva”.
Su sentido simbólico se halla ligado al “árbol de la vida”, la cruz en la iconografía cristiana (J. E. Cirlot) por la semejanza de su cornamenta con las ramas de los árboles. Es también símbolo de Cristo y del pecador arrepentido. Si el ciervo es blanco desempeña el papel de animal mágico (I. Malaxecheverria), de conductor hacia el otro mundo.
También simboliza el alma inocente que huye de la tentación que le persigue. El ciervo, temeroso huye de cualquier amenaza y el alma prudente no se expone a las seducciones del pecado, sino que se aparta de ellas para no caer. Hay referencias bíblicas que confirman la relación entre el ciervo que huye veloz de los perros de caza y el alma temerosa de los peligros que amenazan su pureza.
La escena de la persecución del ciervo, puede interpretarse como la del ama humana huyendo de los agentes del pecado, o el alma cristiana perseguida por las tentaciones, por todas las pruebas de la vida.
Los bestiarios medievales no ven nada negativo en el ciervo a menos que su caza se considere como una alegoría del acto sexual.
Bibliografía
Jean Chevalier y Alan Gheerbrant. Diccionario de los símbolos
Juan Eduardo Cirlot. Diccionario de Símbolos
Ignacio Malaxecheverria. El bestiario esculpido en Navarra
Esperanza Aragonés Estella. San Martín de Artaiz y el paraíso como un jardín
Esperanza Aragonés Estella. Música profana en el arte monumental románico del Camino de Santiago
Louis Charbonneau-Lassay. El bestiario de Cristo
El arte románico en Navarra. Clara Fernández Ladreda (Dir.)
Laura Rodríguez Peinado. Las sirenas
Fernando Pérez Suescun y Ma Victoria Rodríguez López. Las sirenas medievales: aproximación literaria e iconográfica
Cynthia Milton Weber. La portada de Santa María la Real de Sanguesa
Jesús Herrero Marcos. Bestiario románico español
David de la Garma Ramírez (Arteguias). Iconografía y simbolismo románico
Enciclopedia digital del Románico
https://www.romanicodigital.com/el-romanico/enciclopedia-online
https://www.unav.edu/web/catedra-patrimonio/itinerarios-visitas/san-miguel-de-estella
https://www.unav.edu/web/catedra-patrimonio/itinerarios-visitas/portada-santa-maria-sanguesa